Singapur a la los ojos de un primerizo

¡Hola a todos!

D.Z. Él lleva mucho tiempo con nosotros (solo se tomó un descanso creativo a mediados del 2000) y es uno de los miembros de Kaspersky Lab más distinguidos y respetados. También ha hecho el papel de acompañante en mis viajes a cada rincón del planeta como un millón de veces. Siempre carga con su fiel cámara DSLR y con una docena de lentes. Con estas herramientas él es el que hace las fotos profesionales para este blog y otros lugares. También es uno de los mejores narradores que conozco y me ayuda con todos los relatos que quiero compartir – sin importar de qué se traten. A pesar de todos sus talentos y su estatus como miembro de KL, es el hombre más modesto que podrán conocerán.

El señor modesto y yo (1999)

A pesar de su experiencia como trotamundos, esta es la primera vez que D.Z. visita Singapur. El lugar le gustó tanto que hizo más fotos de lo normal y hasta escribió una reseña. Es verdad que nada se compara con tu primera vez. También es cierto que una vista cansada por la familiaridad (o por visitar tantos lugares) no percibirá lo mismo que una persona que nunca haya visitado el lugar. Así es que para este post, y para una perspectiva diferente y más fresca, le paso el mando a D.Z. para que nos cuente su experiencia en esta ciudad excepcional.

Sólo tengo un comentario antes de que empiece: si quieren saber todo sobre Singapur deberían de leer este libro de Lee Kuan YewFrom Third World to First. (Del tercer mundo al primero).

Os dejo con D.Z:

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¿Qué sabemos de Singapur?

Sabemos que es un lugar muy lejano, húmedo y caluroso, lleno de rascacielos, totalitario y donde te golpean por tirar el chicle en la calle, escupir, caminar descalzo y otros pecados carnales… o por lo menos esos son los/las estereotipos impresiones que tenemos los que vivimos lejos y nunca lo hemos visitado, dado que aparentemente es lo único que reportan en los medios sobre esta ciudad estado extraordinaria.

Ésta fue mi primera vez en Singapur.

Lo que vi con mis propios ojos no fue lo que esperaba y para nada era como las impresiones que muchos tienen (como hemos mencionado antes). Tengo el hábito de ponerme a estudiar a fondo cualquier país que estoy por visitar para poder conocer el “verdadero” lugar y no dejarme llevar por los estereotipos ni ofender ni molestar a nadie por accidente. La “verdad” sobre Singapur me intrigó y me encantó. La primera mitad del siglo XIX está llena de datos curiosos en los cuales normalmente no me fijaría, pero esta vez me fascinó cómo estos hechos están conectados con una gran variedad de detalles en las relaciones internacionales contemporáneas.

La historia de Singapur tiene una cantidad extraordinaria de choques entre civilizaciones, luchas por colonias y rutas de comercio, fricción entre las potencias europeas y asiáticas, guerras, injusticias, traiciones, codicia y otras situaciones afines. Su pasado está repleto de hechos que parecen pesadillas y aun así, a pesar de todo eso, en la actualidad figura como un estado exitoso y ejemplar, basado en la cooperación entre diferentes pueblos de manera productiva y un toque muy humano. Esta actualidad se ve facilitada por el hecho que se ubica en una encrucijada de la civilización.

Una ventaja natural y competitiva que tiene Singapur es el hecho de que se encuentra ubicado geográficamente en una ruta marítima estratégica que conecta a Asia oriental con el resto del mundo. A pesar de que en sus 50 años de independencia ha gozado de una diversificación milagrosa en su economía, al acercarnos al aeropuerto Changi queda claro que esta ventaja sigue teniendo gran importancia en el desarrollo actual del país.

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Fue a base de su ubicación geográfica que Thomas Stamford Raffles estableció, en 1819, un punto de comercio en las orillas del Río Singapur. Este sitio se convirtió en pocos años en un núcleo de influencia dentro de Asia para el imperio británico.

Singapur fue fundado, no en un campo vacío, sino en un antiguo pueblo pesquero donde se podía encontrar gente de diferentes creencias y nacionalidades, conviviendo pacíficamente desde años atrás. La llegada de los ingleses le dio a este pueblo multicultural un sabor notablemente europeo, y hablando de sabores, la cocina que surgió gracias a estos acontecimientos ha llegado a ser una de las más interesantes y originales, con platillos ricos y únicos.

Después de fundar a Singapur, Raffles dejó al general mayor William Farquhar a cargo mientras él se iba para continuar sus labores para el imperio. Cuando Raffles regresó tres años después, le esperaban dos novedades principales… básicamente noticias buenas y malas. Las noticias buenas eran que el lugar se había vuelto más grande y con más actividad. Las malas eran que todo esto había pasado de una manera totalmente descontrolada y parecía más un bazar oriental que una colonia ejemplar y modelo a seguir del imperio británico.

Por lo tanto, se estableció rápidamente un gobierno municipal bajo la supervisión del teniente Philip Jackson. Él pronto desarrolló un plan para la reconstrucción de Singapur donde la característica principal fue la división de la ciudad según la etnicidad de sus habitantes: barrios chinos, europeos, indios y árabes (musulmanes).

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Probablemente estéis pensando que Jackson era un racista y defensor de la segregación racial… sin embargo resulta que les pareció una buena idea a todos los involucrados. Cada grupo estaba feliz al vivir con los suyos y trabajar estrechamente con los otros, tal y como lo habían hecho siglos antes de que llegara Raffles. Claro que mucho ha cambiado después de dos siglos, pero aun así, las características principales en el plan de Jackson para desarrollar al pueblo persisten.

Si visitáis Singapur, hay dos lugares que no os podéis perder: el barrio chino y el barrio indio. Tal y como os podéis imaginar, la mayoría de sus habitantes son de la etnia china e india respectivamente. Aunque siga así después de tantos años, hoy en día la división es menos: ahora se ven muchos indios y mucha escritura india en el barrio chino, y viceversa. El multiculturalismo resultante es impresionante, con pagodas, estupas, mandirs (templos hindús), mezquitas e iglesias coexistiendo en manzanas pequeñas. Genial. No obstante, la marca de la cultura dominante en cada barrio permanece.

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8Dentro del mandir. Aquí es uno de los pocos lugares donde se puede, y de hecho es obligatorio, estar descalzo. Hazlo en cualquier otro lugar y habrá una multa.

Uno se queda con la impresión de que las divisiones étnicas de hace 200 años no segregaron al pueblo de Singapur, sino que les inculcó una tolerancia nacional, cultural y religiosa: viven con sus familias grandes y respetan al prójimo.

9El barrio indio. A la izquierda de la foto pueden ver una mezquita.

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El barrio indio funciona como una excepción dentro de Singapur. Resulta que aquí la prohibición de tirar basura en la calle simplemente no funciona, la basura abunda por las calles y a veces hasta se percibe un olor rancio o de podredumbre o algo… Las autoridades sí se esfuerzan por mantener estas calles limpias, hay cubos de basura por todos lados e incluso vi que sí los usan… sólo que la gente no logra meter la basura al cubo. Sin embargo el barrio indio sigue siendo más limpio que la misma India.

14Los callejones del barrio indio

15Este callejón probablemente sea el más sucio y deteriorado del barrio indio… y aun así no está tan mal.

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17Todos los de Singapur admiten libremente que van al barrio indio para comprar sus frutas y verduras.

18En este callejón encontramos… ¡una mini zona de tolerancia!

19Vino en oferta… definitivamente no es burdeos.

20TENGO que comer curry 🙂

Por otro lado, el barrio chino es un lugar limpio, ordenado y bien cuidado (sin tener pinta de estar totalmente exagerado como en un museo). El olor a comida china y el alboroto de los mercados dejan claro que estás en un verdadero y auténtico barrio chino.

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El distrito chino está más desarrollado, con centros comerciales gigantescos y rascacielos integrándose de manera natural en las calles coloniales. Aquí encontraréis calles grandes y montones de turistas… incluso vimos dos McDonalds :).

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En el barrio indio nos veían con algo de interés y curiosidad. Quizás era por el hecho de que queríamos experimentar Singapur y todas sus diversas sensaciones, así que no dudamos en entrar a las calles más sospechosas. O a lo mejor las miradas eran por la cámara y su lente largo y todas las fotos que hicimos y que ahora están viendo. De cualquier manera no nos sentimos en peligro en lo más mínimo, todas nuestras interacciones con los habitantes fue grata y amena.

29¡Cuidado ladrones del mundo!

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Singapur es uno de esos países que se debe visitar por lo menos una vez en la vida. Tiene un carácter cultural, inimitable y único, fruto de una historia fascinante e intensa junto con una abundancia de sitios sorprendentes, de varias épocas que no se pueden perder. Asimismo es un monumento al trabajo duro y la diligencia, al cumplimiento de principios nobles y al ingenio de hombre y nación que en 50 años convirtieron un remanso asiático de segunda en la ejemplar ciudad estado y potencia comercial que es ahora.

Dicen que hay dos fechas importantes que hacen de Singapur un lugar especial para visitar: los dos años nuevos (el occidental en enero y el chino en febrero), así que ya tenéis pretexto para venir por lo menos dos veces y sinceramente os recomiendo a todos que lo hagáis.

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Eso es todo por hoy amigos. ¡Saludos!

 

 

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