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Un cambio de paradigma para la seguridad industrial: la inmunización de las fábricas

Diez años es mucho tiempo para el mundo de la ciberseguridad. Si hubiéramos podido echar un vistazo a los próximos diez años entonces y ver lo lejos que llegarían las tecnologías de la ciberseguridad para el 2022, estoy seguro de que nadie lo habría creído. ¡Incluyéndome a mí! Los paradigmas, las teorías, las prácticas, los productos (antivirus, ¿qué es eso?); todo se ha transformado y ha avanzado hasta convertirse en algo completamente distinto.

A su vez, independientemente de lo que hayamos avanzado y a pesar de las promesas vacías de los milagros de la inteligencia artificial y otras modas de pseudociberseguridad, todavía nos enfrentamos a los mismos problemas que existían hace 10 años en la ciberseguridad industrial:

¿Cómo proteger los datos de las miradas indiscretas y de los cambios no autorizados, preservando al mismo tiempo la continuidad de los procesos empresariales?

Es cierto, proteger la confidencialidad, la integridad y la accesibilidad sigue siendo la lucha diaria de la mayoría de los profesionales en ciberseguridad.

Sin importar a dónde vaya, lo “digital” siempre conlleva los mismos problemas. Así ha sido y así será siempre, dado que las ventajas de la digitalización son muy obvias. Incluso los sectores que parecen más conservadores como la construcción de maquinaria industrial, el refinado de petróleo, el transporte o la energía ya se manejan en un entorno plenamente digitalizado desde hace muchos años. Y todo esto está muy bien, pero ¿es seguro?

La eficiencia de las empresas crece considerablemente con el aspecto digital. Por otro lado, todo lo digital puede, y es, hackeado, y de esto hay muchos ejemplos. Existe la gran tentación de adoptar por completo el mundo digital para cosechar sus beneficios; sin embargo, debe hacerse de manera que no sea un proceso en extremo doloroso (léase, con la interrupción de los procesos empresariales). Y aquí es dónde nuestro analgésico especial relativamente nuevo puede ayudar, nuestro KISG 100 (Kaspersky IoT Secure Gateway).

Esta pequeña caja (PVP, un poco más de 1000 euros) se instala entre el equipo industrial (en adelante, la “maquinaria”) y el servidor que recibe varias señales de este equipo. Los datos en estas señales varían: sobre productividad, errores en el sistema, uso de recursos, niveles de vibración, mediciones de las emisiones de CO2/NOx , etc. Pero todo es necesario para contar con un panorama general del proceso de producción y tomar decisiones empresariales bien informadas y razonadas.

Como puedes ver, la caja es pequeña, pero es muy poderosa. Una funcionalidad crítica es que solo da lugar a que se transfieran datos “permitidos”. También permite la transmisión de datos estrictamente en una sola dirección. Por tanto, en un instante, KISG 100 intercepta una mezcla de ataques: man-in-the-middle, man-in-the-cloud, ataques DDoS y muchos más de las amenazas basadas en Internet que no dejan de atacarnos en esta época de auge digital.

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