Junio 23, 2022
Los 3 grandes ingredientes de la ciberseguridad: analizar el pasado, probar el presente y predecir el futuro. Lo demás: relleno.
Cuando se estudia el pasado con detenimiento, se puede formar una imagen detallada y precisa del presente; entonces, la mente analítica del experto (mejor dicho, la mente analítica de muchos expertos) puede avisar -incluso predecir- aspectos futuros. Así es precisamente como nosotros, aquí en K, a menudo podemos adivinar prever con exactitud hacia dónde se dirige el mal digital. También es la forma en la que nos mantenemos al tanto de las últimas tendencias sobre los ciberataques, lo que nos permite desarrollar a tiempo la tecnología necesaria en la lucha contra esas amenazas que están a la vuelta de la esquina. Ha habido ocasiones en las que nos hemos equivocado en esta “profecía cibernética” basada en la experiencia: algunos tipos de ciberataques son bastante difíciles de predecir e identificar, pero esos casos han sido siempre la excepción que confirma la regla. Sí, la mayoría de veces, acertamos de pleno.
Entonces, ¿cómo lo gestionamos? ¿Solo los supercerebritos hacen todos estos análisis y ciberprofecías? En realidad, no. Una gran parte está automatizada. Y esto es algo digno de celebrar: un ser humano, por muy inteligente que sea, no puede competir con la potencia informática, los algoritmos, los robots y la inteligencia artificial el aprendizaje automático. Por supuesto, la inteligencia del ser humano sigue siendo necesaria, pero ¿por qué hacer todo este pesado trabajo solo?
Y precisamente sobre eso voy a hablar en este post, sobre cómo el peso tecnológico y científico nos permite predecir el futuro (pero sin referirnos a algo místico a lo Baba Vanga:).
Permíteme empezar hablando un poco sobre la evolución de nuestra Plataforma de Inteligencia de Amenazas (TIP).
Lo desglosaré como en el título: cómo analizamos el pasado, probamos el presente y luego, con una bola de cristal, predecimos el futuro…