Noviembre 13, 2013
Camberra: una capital diferente
Creo que Camberra es la capital más inusual del mundo.
Normalmente, la capital de un país suele ser una ciudad antigua (menos Washington, Brasilia y otras pocas que son una excepción), con centros históricos pomposos, ayuntamientos, edificios magníficos, grandes plazas, estatuas de bronce, montones de palomas y multitud de turistas sacando fotos a diestro y siniestro. Sin olvidar la estación central de trenes y los insufribles atascos.
Camberra es todo lo contrario. Es una localidad relativamente pequeña (370.000 habitantes), acogedora y muy verde. En medio de la ciudad, en vez de una plaza hay un lago. Además, apenas tiene 100 años de antigüedad. ¡Y no hay tráfico! ¡Nada de nada! Desde el parlamento a cualquier ministerio solo se necesitan cinco o diez minutos en coche y… ¡lo mejor de todo! No hay problema alguno para aparcar. Tal vez se deba a que apenas hay gente por la calle (en el distrito universitario, se ve alguna persona en los cafés y bares, pero nada más). Y coronando este paisaje, el gran sol australiano en el cielo.
Hoy el tráfico está insoportable