De vez en cuando (una vez cada muchos años), ocurre algo muy desagradable en el cibermundo, surgen nuevas maldades inesperadas que pueden derribar al mundo entero. Para la mayoría de las personas es sólo una de las constantes y molestas cibersorpresas. Mis colegas del gremio y yo, normalmente asentimos, parpadeamos, hacemos gestos y levantamos las cejas a lo Roger Moore mientras exclamamos algo como: “Le estábamos esperando Sr. Bond. ¿Por qué ha tardado tanto?”
Por eso continuamos estudiando y analizando las tendencias principales de la Dark Web, y así hacernos una idea de quién está detrás de la oscuridad y las motivaciones que intervienen; de esta manera podemos predecir cómo se van a desarrollar las cosas.
Cada vez que uno de estos eventos “inesperados” ocurre, normalmente me encuentro en la delicada situación de dar un discurso (o discursos) junto con la frase “Bienvenidos a la nueva era”. Lo más difícil de todo es admitir que estoy repitiendo un discurso de hace años. Lo fácil: solo tengo que actualizar un poco ese antiguo discurso, añadiendo algo como: “¡Os advertí sobre esto; y vosotros pensasteis que os estaba alarmando para vender el producto!”
Bueno, es comprensible (a nadie le gusta que le digan “te lo dije”, así que seguiré).
Entonces. ¿De qué sorpresa cibernética se trata esta vez? De hecho, una que me afecta especialmente: ¡el mundo de los automóviles!
Hace unos días, la revista Wired publicó un artículo con un enunciado que decía: “Conducía a 120 kph bordeando el centro de San Louis, cuando el exploit empezó a controlar el coche”. ¡Eh!
La noticia describía un experimento exitoso en el que unos investigadores de seguridad de hackers tomaron el control de un coche de forma remota: analizaron (durante meses) el sistema de Uconnect de un Jeep Cherokee, finalmente encontraron una vulnerabilidad, y luego lograron tomar el control de las funciones críticas del vehículo vía Internet,¡mientras que el periodista de Wired conducía el vehículo por una autopista! No estoy bromeando, amigos. Y no estamos hablando de un caso aislado probado en un laboratorio y que sólo afecta a un coche. No, la brecha de seguridad que encontraron y explotaron los investigadores, afecta casi a medio millón de coches. ¡Ups!
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