Enero 24, 2013
Mucho ruido y pocas nueces
“Todos los animales son iguales, pero algunos más iguales que otros” decía el cerdito Napoleón del clásico de George Orwell, Rebelión en la Granja. La genialidad de esta expresión reside en su universalidad, aunque las últimas palabras saquen la verdad a la luz. Esta paradoja, aunque parezca increíble, también se puede aplicar al mundo de los test que se realizan a los antivirus. De esta manera, podemos decir: “Todos los resultados publicados de los test de antivirus son iguales, pero algunos más iguales que otros”. De hecho, después de que los astutos expertos en marketing hagan su trabajo y “procesen” los resultados de los test comparativos de antivirus; el producto final (me refiero al resultado publicado por ciertas compañías antivirus) ha sido manipulado y no se puede sacar provecho de éste.
Pensemos en una compañía antivirus imaginaria (de ésas que no pueden distinguirse de los competidores por su poder tecnológico o su calidad de protección), la cual tiene unas metas muy ambiciosas y utiliza un plan de ventas magnífico para conseguirlas. ¿Qué será lo primero que haga para conseguir su objetivo de dominar el mundo? ¿Mejorar su motor antivirus, optimizar la base de datos o mejorar la velocidad de detección? ¡Nada de esto! Para conseguir esto se necesita muchísimo dinero y tiempo. No es difícil entrar en la Primera División de los Antivirus; en cambio, cuanto más nos acercamos a los puestos de la Champions League, es imprescindible gastar hasta el último céntimo en ofrecer una detección de amenazas real y es necesario contar con un equipo humano muy preparado.
En cambio, es más barato y rápido escoger otra ruta (no la tecnológica), sino la del marketing. Así, se compensa la falta de maestría tecnológica y de calidad en la detección de antivirus con una estrategia informativa eficiente.
¿Cómo se consigue esto?
Ésta es la forma…
¿Cuál es el mejor método para evaluar la calidad de protección de un producto antivirus? Por supuesto, a través de la opinión objetiva e independiente de terceros. Los analistas, los clientes y los partners pueden ofrecer buena información, pero la imparcialidad no siempre está garantizada. En cambio, los tests –realizados por laboratorios independientes y especializados- sí pueden conseguirlo. No obstante, dichas entidades se concentran sólo en su trabajo y -aunque ofrecer una evaluación correcta y exacta no es tarea fácil- muchas veces los resultados son aburridos y necesitan un poco de imaginación. Y en este punto es donde empieza a trabajar el equipo de marketing: manipulando los resultados objetivos del test para limpiar la imagen del producto y/o situar a las compañías líderes en segunda posición. Esto me recuerda a la parábola de la India sobre los ciegos y el elefante. A través de esta parábola se expresa la incapacidad del hombre para conocer la totalidad de la realidad. En este caso, los hombres ciegos son el equipo de marketing, el cual “comprende” los resultados, deliberadamente, de forma sesgada e incompleta. Al contrario de los hombres ciegos que no podían evitar malinterpretar la realidad.