De Heathrow al Aeropuerto Internacional de Tel Aviv en Brittish Airways: nada bien

Muy bien, aquí estamos otra vez…

Suena el despertador, ¿dónde estoy? Hotel, ducha, maletín, taxi, aeropuerto, check-in, rayos x; “desayuno” (un sándwich y un zumo de tomate), sala, asiento en la ventanilla. Aquí viene la primera pequeña tortura de este soleado día: me encuentro justo a la altura del ala del avión, es algo aterradora y realmente grande (estábamos en un Boeing 777). Iba a ser uno de esos días. Y así fue…

Uff, vaya. ¿Sin vistas? Entonces tendré que pasar más tiempo con los ojos cerrados. Fue un vuelo madrugador, alrededor de las 8 de la mañana, así que, ponerme al día con las horas de sueño era justo lo que necesitaba…

Acababa de dormirme cuando me despertó bruscamente el piloto. Estaba anunciando que debido a un problema técnico no íbamos a poder despegar. ¡Buff! Aunque más vale prevenir que lamentar. Así que, de vuelta a la salida y a entrar de nuevo al aeropuerto hasta que resolvieran el problema.

Estuvimos sentados 2 horas mientras retiraban la parte defectuosa de la aeronave y la reemplazaban con una nueva. Al menos esa parte estaba a mano, o eso creo.

Nos volvimos a meter en el Boeing, guiados por un equipo muy seco “inglés” de auxiliares de vuelo con acentos muy raros.

De vuelta a mi asiento sin vistas, esperando retomar la siesta y que ya no hubieran más incidentes del estilo México- China.

Recorrimos la pista rápidamente, el piloto aceleró, el avión se estremeció y el volumen subió, y así, despegamos. Revisé mi reloj: eran las 10:50. Nuestro vuelo tenía que haber salido a las 8:15. Llegaré tarde a mi reunión. Grrr. Como se suele decir: “no hay mal que por bien no venga”. En realidad, creo que fueron las nubes las que rescataron el día, ¡ya que la luna se podía ver durante el día!

Además de la luna, otra vez nada, excepto por la gran ala. Por cierto, una de las más sucias que he visto…

A pesar del duro comienzo de nuestro viaje, fue un vuelo tranquilo hasta nuestro destino.

…bueno, casi….

Me volvieron a despertar, sí, ¡otra vez!, el piloto. Esta vez no me importó tanto: solo estaba anunciando que íbamos descendiendo…

El chasis descendió, las alas hicieron su aleteo… volando cada vez más bajo, ¡pero no! ¡El descenso se convirtió en un ascenso! ¿es una broma?

Esperaba algo peor, pero, después de dibujar un 8 en el radar sobre el Mediterráneo, no pasó mucho tiempo más hasta que finalmente tocamos tierra en Tel Aviv. Resulta que un vuelo retrasado de Lufthansa estaba bloqueándonos el paso hacia la pista de aterrizaje.

Por cierto, sobre la clase bussiness de BA: claro, está bien viajar en ella, pero, comparada con otras clases ejecutivas, no me gusta nada. La razón principal: los asientos se encuentran en pares, uno frente a otro. A lo que me refiero es que normalmente te sientas hacia el frente, de acuerdo a las normas, pero este asiento de enfrente estaba girado dirección a mi asiento y muy cerca. Y son los asientos girados hacia atrás los que tienen las vistas hacia la ventana que tanto me gustan. Pero hay algo que no me parece correcto sobre volar con mi asiento girado en dirección contraria. Por ejemplo: cuando el avión acelera para despegar, en lugar de sentirte empujado hacia tu asiento, ¡sientes como si te tiraran!  Ok, supongo que podrías acostumbrarte, no, de verdad, me acostumbré, deseando las vistas a la ventana. Pero eso no lo hace menos raro…

Ah, tengo otra queja…en Brittish Airways, los asientos están muy juntos. Son 8 por fila en clase bussiness. Casi como United, aunque un poco peor debido a sus asientos girados.

¡Una cosa más! En los vuelos de BA, solo te dan millas por los vuelos en esa aerolínea, no te dan nada si vuelas en aerolíneas de la misma compañía. Parece que ese es un problema de la alianza Oneworld (y lo mismo con Cathay Pacific, que también está alianza con Oneworld).

Muy bien, suficiente descarga de rencor por hoy. Es momento de bajar de este avión y trabajar un poco, por fin…