Hace algunos meses, estuve aproximadamente una semana en China, explorando las zonas menos visitadas por turistas no chinos. Fue algo más que fantástico y lo viví como una experiencia “exclusiva” y propia de un “nativo”. Hice todo lo que pude para guardar el mayor número de experiencias posibles en la memoria (en mi propia memoria) pero no se puede comparar la memoria humana con la memoria digital, especialmente cuando una se desvanece rápidamente. Como no puedes combatir contra esto, úsala. Y así fue: utilicé bastantes gigabytes de memoria digital, pero no en mi pesadísima cámara réflex, sino en la típica Sony de bolsillo o “jabonera de viaje” como me gusta llamarla. Después subí todo a mi archivo para referencias futuras, con la intención de refrescar mi memoria en los próximos años…
Como dije antes, el viaje a China fue fantástico. Pero muchas de las imágenes asombrosamente bellas no eran compatibles con el visor de mi jabonera. Sufrí mucho por esta falta de poder, y todo porque insistí en viajar ligero y dejar atrás mi estudio fotográfico semiprofesional. Pero ese sufrimiento terminó rápidamente mientras estuve en China. En Jiuzhaigou para ser más específico…
..Cuando estuvimos allí, me compadecí de mi compañero de viaje, A. Sh., quien llevó consigo durante todo el viaje una enorme bolsa elegante para su cámara Nikon. Le ayudé a cargarla, para que su hombro tuviera un merecido descanso. Entonces me dio curiosidad. La comencé a manosear, moviendo perillas y lentes, incluso presionando el botón disparador. Había escenarios sorprendentes por todas partes, era complicado no hacerlo. Esa noche, de regreso en el hotel, me puse a mirar los resultados en el ordenador. Y ahí es cuando llegó mi momento eureka. Eché un vistazo a las fotos que tomé y tenían un aspecto semiprofesional. No me podía creer que fueran mías, y entonces fue cuando lo decidí: ¡se acabaron los días de la jabonera! ¡Es momento de actualizar, transformar, hacer un cambio de paradigma, un cambio tectónico! No importa que tan pesada y complicada sea la experiencia, ¡vale la pena!
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