Las Islas Kuril: por qué, dónde y cómo

¿De dónde surge la idea de hacer un crucero alrededor de las islas tropicales, aunque la mayoría deshabitadas, polares y sin turistas?

Muy simple…

Mi sitio favorito para el descanso anual en agosto es Kamchatka: volcanes, géiseres, manantiales, osos, y otras situaciones extremas. Pero…bueno, he estado en Kamchatka, y más de una vez. Así que algo diferente, pero similar, era necesario.

Cada vez que voy a Kamchatka, los habitantes siempre dicen “pero las Kuril están mucho mejor…”. Olga Rumyantseva ya había estado en las Kuril y no paraba de hablar de ellas… Entonces mi curiosidad aumentó y aumentó durante años hasta que llegué al límite y decidí que mi próximo viaje anual de agosto sería ir a las islas Kuril.

Después de haber decidido a dónde ir, hace un año, la preparación del viaje a Kuril comenzó para terminar un año después. El “quiénes vamos” estaba dicho (la mayoría amantes del turismo extremo y apasionados de la naturaleza), se calculó la ruta óptima, se investigó sobre el territorio Kuril y se eligió el barco más apropiado. Además, se informó particularmente a los participantes de que el viaje no sería en plan gym, playa, piña colada, spa, cubatas, libro, whisky… turismo. Este era un viaje salvaje de turismo marino por islas, con duras condiciones climatológicas, sin internet y sin señal telefónica.

Vuelta a los básicos, vuelta a la naturaleza.

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Dato curioso: las islas Kuril obtienen el nombre por Ainu, los habitantes indígenas de las islas. En su lengua “kuru” significa “hombre”.

Otro dato etimológico curioso: el nombre del Mar de Okhotsk viene del río de Evenki “akhot”, situado cerca del puerto de Okhtosk. Los Cosacos Rusos, cuando llegaron al lado este en el siglo XVII, lo rusificaron a Okhota (cazar), y de ahí viene el nombre del mar.

La ruta resumida de esta expedición es algo así: volamos a Petropavlovsk-Kamchatsky. De ahí a un pequeño barco, luego recorrimos lentamente los alrededores de las islas Kuril más interesantes de norte a sur, terminando en Yuzhno-Sakhalinsk, desde donde volamos a casa. En total 20 días en barco y de avión a avión, del 2 al 21 de agosto de 2014.

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La ruta del día a día fue así:

Día 0- agosto 2: Llegar en avión. Directos a las aguas termales. Batallar con el jet lag.
Día 1: Embarcar y ¡vámonos! Petropavlovsk-Kamchatsky >Paramushir (Severo-Kurilsk.) 350km, 18 horas de viaje, 10 nudos= 18.5 km/h.
Día 2: Paramushir, volcán Ebeko, lluvia y viento.
Día 3: Paramushir, día “fácil”, ruinas del faro.
Día 4: Onekotan, volcán Krenitsyn, 30km de ida y vuelta. El volcán más hermoso del mundo.
Día 5: Kharimkotan, día fácil, caminar por la costa. Frutas del bosque (bayas de musgo, fresas), buscar artefactos flotantes.
Día 6: Matua. Excursión a pie alrededor de la isla. Antiguos barriles de acero, bases militares abandonadas.
Día 7: Rasshua. “Andando” alrededor de las montañas locales “Hammer” y “Sickle”, lluvia y pinos Siberianos. El “camino de la muerte”.
Día 8: Ushishir. Mar en el cráter, andando a través de 2 metros de altura de césped; zorros Árticos y aguas termales.
Día 9: Simushir. Cráter del volcán Zavaritsky.
Día 10: Urup. Pescando, senderismo y aguas termales.
Día 11: Iturup. Río caliente, cascadas calientes. Agua a 42ºC (la respuesta a la pregunta fundamental de la vida, el universo y todo).
Día 12: Iturup, volcán Atsonupuri. Día muy difícil.
Día 13: Shikotan, andar, nadar en el mar.
Día 14: Kunashir, volcán Tyatya.
Día 15: Kunashir, columnas de lava.
Día 16: Kunashir, volcán de Mendeleyeva, difícil ascenso.
Día 17: Kunashir, volcán Golovnina, lodo sulfúrico caliente. Dicen que es bueno.
Día 18: Yuzhno-Kurilsk > Yuzhno.Sakhalinsk, 25 horas de viaje.
Día 19: De vuelta a casa.

El viaje fue un tremendo éxito. Y lo más inusual…

Fue extremo…

Nos soplaron huracanes, nos empapamos con lluvia helada, y nos sobrecalentamos en aguas termales. Nos mecieron las olas, y nos caímos en pendientes de arena. Observamos los paisajes durante horas desde lo alto de los volcanes y cráteres. Las tardes que pasamos cantando entonando con la guitarra. Cada día era una hazaña heroica. Cada mañana nos despertábamos sin saber lo que nos tenía preparado el día: Cuánto caminaríamos, cómo de fácil o difícil sería, habría lluvia y viento o un sol brillante. Y qué veríamos desde lo más alto del volcán que escalásemos ese día…

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Para mí, el mejor descanso y relajación viene cuando hay contrastes: cuando combinas obstáculos y luego los compensas con emociones intensas, únicas y positivas. ¡Eso es todo lo que tenemos! Nos fue tan bien que creo que tendremos que volver a las Kuril en algún momento en el futuro, ahora que superamos el problema de la fase de dentición del debutante. De cualquier manera, las impresiones de la primera vez no las volveremos a sentir.

Nuestro viaje de contrastes empezó con el vuelo Aeroflot desde Sheremetyevo en Moscú a Petropavlovsk-Kamchatsky. Para mi sorpresa, el Boeing 777 en el que íbamos, ¡era completamente nuevo! Hasta tenía ese olor a avión nuevo. En todos mis viajes, nunca me ha tocado volar en un avión nuevo. Y a sumar el servicio, las comidas, el asiento y todo lo demás de primera. ¡Mis respetos para Aeroflot!

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Ahora, si llegas a Petropavlovsk desde Moscú, es mejor buscar una ocupación para el resto del día. Hay 8 horas entre Moscú y Petropavlovsk, por lo tanto el jetlag puede ser matador hasta para los viajeros más experimentados. Y es mejor no hacer mucho en Paratunka, ¡donde los hoteles tienen sus propias aguas termales y piscinas calientes! Paratunka está aproximadamente a 30km del aeropuerto.

Al siguiente día abordamos el Atenas, el pequeño barco que sería nuestro hogar durante los siguientes 18 días.

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La primera impresión del grupo en cuanto vieron el barco fue, “¡madre mía!”, ya que el Atenas no era un crucero de lujo.

Aún así, nunca subestiméis a lo que llamo “habilidad humana de adaptarse fácilmente a cualquier cosa”, ¡especialmente cuando te ayuda un equipo súper amigable! ¿Pruebas? Después, ya que estábamos en Kunashir, tuvimos 2 noches en un hotel cómodo con baño propio, tiendas, muchas mini neveras y sin el mar meciéndonos hasta dormir, nuestro grupo turístico protestó en coro: “¿no nos podemos quedar en el Atenas?”.

El Atenas es para 20 personas. Hay 8 cabinas en la cubierta de abajo, 1 en la de en medio, ¡y dos literas más de camino al baño! Es como viajar en un antiguo tren con compartimentos separados, solo que meciéndote un poco más violento que en un tren.

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A propósito de mecernos…

¡Algunos del grupo le tenían más miedo que a la plaga! Se tomaron pastillas, se pusieron pulseras especiales y se tomaron pociones extrañas. Al final sólo lo hicieron algunas veces. Lo mismo con los repelentes para insectos, de lo cual se olvidaron al segundo día. Los moscos parecieron desaparecer en todos lados. Solo en Urup fueron tan molestos, y fuimos atacados por una bestia en particular mientras nos bañábamos en los manantiales de azufre. Te hace un hoyo en la piel que lleva días hasta que se cierre.

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El “restaurante” del barco era increíble. Ahí es donde más tiempo pasamos. Tremendo grito de nuestra cocinera, Svetlana.

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Comíamos humildemente, pero regularmente y rico. Cada día la mesa se doblaba de tanta comida con dos o tres tipos de primeros y segundos platos. Pescado fresco se añadía a las raciones para hacer platillos deliciosos, encima Svetlana horneaba pan todos los días. Hasta nos preparaba comida para nuestras excursiones por los volcanes.

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Después de tal expedición con necesidad de enormes porciones de energía, era muy difícil volver al régimen alimenticio de oficina con la cantidad de calorías razonables.

En nuestro restaurante hacíamos conciertos, veíamos películas, veíamos las fotos del día, dábamos instrucciones, jugábamos juegos de mesa. Algunos dormían.

Arriba de la cubierta del Atenas había 9 habitaciones para la tripulación además de la del perro del capitán. Manya (pedigree y largo). Luego estaba el cuarto de motores. ¿Qué más? Dos baños, dos bañeras, piletas, lavadora y secadora, y dos tendederos especialmente para nosotros. Por cierto, las botas, mochilas y este tipo de cosas ¡se secaban más rápido en el cuarto de motores! ¡Las botas empapadas taraban una eternidad en secarse!

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Así es como navegamos alrededor de las islas Kuril durante casi tres semanas…mojándonos, calentándonos en las aguas termales, comiendo satisfactoriamente, e impactándonos con la belleza natural de Kuril. Una fantástica experiencia. Lo mejor en contraste-turismo.

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