Octubre 30, 2015
BUDDHA Y LA NADA
¡Seguimos avanzando en nuestro viaje por la China escondida!
Y como nos encontrábamos en la ciudad de Leshan, en la provincia de Sichuan, hubiera sido descortés no subir a la cima del Monte Emei, en chino conocido como Éméi shān. Eso es lo que habíamos previsto pero resultó que estábamos muy equivocados.
Dicen que este lugar es muy hermoso. Pero con una condición importante: tiene que ser un buen día. Sin embargo, nos tocó un día muy alejado de ser bueno: nublado, húmedo y brumoso. Tan brumoso que no se alcanzaba a ver… ¡NADA! Bueno, además del Buda en la cima, y algunos templos antiguos allá arriba.
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Con un buen clima, esta es la vista que debe tenerse desde aquí, a 3000m sobre el nivel del mar:
Claro que el Buda es una belleza. Los templos son una belleza. Además de eso, en lugar de infinitos paisajes increíbles en toda su extensión, tuvimos que conformarnos con… elefantes. Bueno, no estuvo tan mal…
Encontrar un pensamiento positivo cuando las cosas alrededor no son tan buenas creo que es algo muy budista. Así que lo hicimos: pensamos en que lo maravilloso que era que no hubiese más turistas a nuestro alrededor. Favorable. Aunque no excelente…
Resulta que la estatua de Buda no es tan vieja, no al menos tan antigua como uno pensaría. De hecho, prácticamente es como si acabara de nacer, especialmente si se compara con el Buda Gigante de Leshan. El Buda que está en la cima del Monte Emei solo tiene 9 años, se construyó en 2006. Para más información busca “La Estatua Dorada de Puxian”, por ejemplo aquí.
Al parecer si hace buen tiempo en la cima de la montaña uno puede quedarse contemplando una variada cantidad de maravillas naturales, incluyendo amaneceres encantadores (que ofrecen un halo soleado encima del Buda), océanos de nubes esponjosas y atardeceres sensacionales.
Estas son las únicas vistas que logramos captar, una gran cantidad de nada:
Persistiendo con la idea oriental “no existe el bien y el mal, solo el poder de tus pensamientos”, hubo otro punto a favor entre tantos contras: no existía un camino definido a la cima. ¡Llegar a la cumbre desde la entrada del parque nos llevó 3 horas! La mitad fue en autobús, algunos minutos en ascensor (como los de las estaciones de esquís), y el resto del tiempo a pie. ¡Guau! Hubo otro punto a favor: fue un buen ejercicio. ¡La consciencia parece estar trabajando!
Teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que requiere llegar al Buda en el Monte Emei, caí en la cuenta que la única manera de mirar el amanecer sería pasar la noche allá arriba. Y en la cima, sin ir más lejos hay un hotel. Seguramente lo gestionan monjes budistas, y puede que fuera el Dorchester, pero cumplió con el propósito principal: la posibilidad de admirar el amanecer desde la cima.
También nos dijeron que las escaleras/caminos, robustos, ordenados, de piedra y madera, que suben y bajan por la ladera de la montaña para llegar al Buda eran increíblemente pintorescos. Bueno ya sabéis… no vimos nada pintoresco ahí.
Si no te agradan las excursiones en la montaña, hay… ¿cómo se llaman esos carruajes de la realeza?… ¡Literas! Resulta que son muy importantes en la historia local (miren la siguiente foto). Nosotros, siendo más deportivos, utilizamos otro transporte, ¡dos pies por persona!
¿Qué más?…
…Más arrepentimiento y remordimiento (que desaparecieron con meditación). La infraestructura local está obviamente diseñada para soportar el turismo masivo. Solo tenéis que mirar los patios vacíos de abajo. Claramente, todo el mundo había leído las condiciones climatológicas de hoy, y, lógicamente decidieron no venir a ver el Buda de Éméi Shan. ¡Todos menos nosotros!
Entonces, para resumir. Solo pasamos un día en ese lugar, y prácticamente todo el día lo empleamos para llegar al Buda, y después bajar de él. Honestamente no nos arrepentimos, ¡pero la próxima vez DEBEMOS chequear el pronóstico meteorológico!
¡Eso es todo por hoy, amigos! ¡Regresaré pronto con más relatos desde la China escondida!
Todas las fotos del Monte Emei están aquí.