Junio 15, 2016
¡Hagamos una ovación por Copenhague!
Copenhague, Dinamarca. No había estado aquí en mucho tiempo; la última vez fue en febrero de 2011. En aquel entonces, como es de esperar en esta capital nórdica, hacía mucho frío y viento. Pero esta vez, todo parece muy veraniego, soleado y cálido. También muy “euro-genial”: había gente descansando en las cafeterías y restaurantes de las calles, ciclistas que parecían ir contra los turistas que iban a pie (los no europeos) y botes llenos de personas a lo largo de los ríos y canales. ¿Genial a lo europeo? ¡Más bien paraíso europeo!
Como de costumbre, tras haber terminado con los negocios en la localidad actual, llegó el momento de hacer un poco de microturismo. Mejor dicho, un poco de nanoturismo ¡Tan solo 3 horas! Estoy seguro de que tres días por aquí hubiera sido tiempo suficiente para conocer la ciudad de manera apropiada, pero ¿qué puedo hacer? Debía volver a salir de viaje por la noche, por lo que el tiempo para el turismo ya estaba decidido…
Así que, como no había tiempo que perder, llevé a mi compañero A. Sh, que ha venido por primera vez a Copenhague, a mi lugar favorito de la ciudad: la iglesia de San Salvador. Supe cómo convencerlo: sabía que lo primero que me diría sería “¿vamos a subir esa torre?” Y yo, inevitablemente respondería “¡Pues claro que sí! ¡Vamos!”. Estaba encantado ya que la última vez que estuve aquí, en 2011, la torre estaba cerrada debido a las heladas de la ciudad (¿turistas resbalando por los escalones? Mala idea).
Y entonces subimos los 90 metros por los delgados escalones de madera. Durante el ascenso, pensé que dichos escalones serían muy útiles en las laderas de los volcanes. Escalar los 90 metros de un volcán sí que cuesta trabajo y lleva más de 10 minutos. Quizá deberíamos comenzar a patrocinar la instalación de escalones en volcanes alrededor del mundo. Pero me desvío del tema…
La escalera empieza dentro de la torre del campanario, y luego continúa hacia fuera. En la foto de arriba, la espiral que sube hasta la sección superior del campanario es la escalera! Y aquí están las vistas desde ella:
Mientras nos acercábamos a la cima, las escaleras se volvían cada vez más estrechas, el viento soplaba cada vez más fuerte y juraría que la torre se balanceaba un poco con el viento.
¿Cómo de estrechas? ¡Esto es ridículo!
Tuve que detenerme antes de llegar a la cima, ¡porque mi cintura simplemente no cabía entre el chapitel y el pasamanos de la escalera! La pequeña figura de A.Sh. cupo por esas medidas liliputienses mejor que yo y aun así no consiguió llegar a la cima debido a la delgadez de los escalones :). En resumen, la arquitectura es algo divertida: debes subir si alguna vez vienes aquí.
Próxima parada: ¡Ciudad libre de Christiania!
De vuelta a tierra firme, dimos un vistazo rápido a la torre que acabábamos de subir, y después fuimos hacia el controvertido distrito…
(Ciudad Libre) Christiania: el “vecindario” autoproclamado autónomo en 1971, cuando los hippies ortodoxos se instalaron ocuparon el lugar, y que se ha convertido en una misteriosa (para mí) comunidad anárquica. Lejos. Viviendo cómo y dónde quieren: así son las cosas por aquí. Kropotkin lo aprobaría con ganas :). Tengo sentimientos encontrados por este lugar: por una parte es una mancha en el paisaje que no tiene cabida en la moderna capital europea. Por otra parte, ¿por qué no? Dejadlos hacer lo que quieran, mientras no afecten negativamente a la sociedad burguesa “normal”. Hasta pagan sus impuestos, ¡o eso me han contado!
En Ciudad Libre, como podéis esperar, todo se trata de libre albedrío y de una vida libre y sin complicaciones, ayudada por métodos disponibles dado el ambiente local, incluyendo… “hierba” de varios tipos cuyo humo puede olerse en todas partes. Aquí no se permiten los coches. Los ciclistas están locos y son temibles. Hay murales por todas partes. Son la personificación del estilo de vida hipster bohemio. Los padres pasean con sus hijos… podría ser un paraíso europeo, si no fuera por su deterioro.
Como aquí no todo es legal, es posible que te pidan que no uses tu cámara. Y eso es exactamente lo que me ha pasado. Un fumado me dijo “la fotografía es ilegal aquí” con un tono enfadado, lo que me molestó, así que le respondí “¡prohibir la fotografía es ilegal!” Y ahí terminó todo: él se fue por un lado y yo por otro.
¿Qué puedo decir? Este es un lugar único en el mundo. Muy inusual y muy interesante. Originalmente un asunto de hippies. Ahora, no sé si será genuino, pero sigue siendo muy hippie, y también uno de los lugares turísticos más geniales de la ciudad. Vale la pena visitarlo…
Y seguimos caminando. Haciendo muchas fotos…
¡No me esperaba esto! A solo tres kilómetros del centro de Copenhague te puedes topar con escenas rurales como esta ¡Qué raro!
… Pero de algún modo es bonito: estar en la naturaleza y todo eso pero sin salir de de la ciudad.
Ah, es hora de relajarse un poco. Ha sido un día largo (hice una presentación en una conferencia a las 9 de la mañana, la hora que más odio para hacer una presentación) después tuve mucho trabajo. Sí, ha sido un día largo, pero ¡también fue un gran día! ¡Gracias, Copenhague! Hagamos una ovación por Copenhague: ¡es una ciudad encantadora!
P.D.: ¡Hay un bar en el centro donde vendía bitcoins! Pero no tomamos cerveza allí, fuimos a un bar diferente que no aceptaba bitcoins.