Junio 22, 2016
Monasterios sobre acantilados
¡Oh no! ¡Tendré que renombrar mi lista del Top 100 de los lugares del mundo que hay que visitar, a Top 101! No es un número redondo, pero ¿qué puedo hacer? Es lo que hay…
Entonces, ¿cuál es ese lugar tan especial como para tener que añadirlo? Se trata de Meteora, Grecia, una “formación de inmensos pilares monolíticos y colinas de piedras redondeadas que dominan el paisaje local”. Acantilados que se extienden a lo largo de 600 metros, todos en diferentes tonalidades de gris, con monasterios en algunas de las cimas.
https://www.instagram.com/p/BGjzAc0uiUa/
Por cierto, está aquí.
Y aquí podéis ver las tonalidades de gris que he mencionado.
Si queréis visitar los monasterios, hay un largo camino hasta ellos. Hay que subir por caminos y por escaleras con pendiente que a veces se convierten en túneles que pasan por las rocas.
¡Vaya! ¡Menudo tamaño el de estas formaciones rocosas! Como un cíclope. Casi hipnóticas también. Si te quedas mirando un buen rato, puede que empieces a ver como Cíclope, o como mínimo te quedarás bizco o tuerto :).
Como estos acantilados son tan impresionantes, atraen a los turistas: a muchos de ellos. Algunos vienen en autobuses, otros en coches. Al principio, estábamos en el grupo de los coches, recorriendo prácticamente todo Meteora en nuestro coche de alquiler.
Pero después decidimos dejar el coche en el hotel y coger un taxi (por solo 10 euros) hacia una cima para luego hacer un poco de senderismo por allí. Esta es la ruta que seguimos.
En total solo fueron cuatro kilómetros, ¡pero tardamos 5 horas! Fue porque subir hasta cada monasterio nos llevó una media hora y, por supuesto, teníamos que parar para hacer unas cuantas fotos…
Esto es un teleférico para transportar cargamento pesado (y también a monjes ancianos) al monasterio. Los monasterios solo para monjas no tienen estos artefactos y ¡ni siquiera tienen escaleras! Eso sí que es igualdad :).
Aquí los turistas parecen ser activos, o al menos este lo parece. Bueno, las formaciones con forma extraña son muy tentadoras…
Los turistas no solo son vivaces y activos, también pueden ser muchísimos, como creo haber mencionado antes. Tuvimos suerte de estar aquí a mediados de junio porque aún no es temporada alta, pero, incluso en esta época, vienen muchísimas personas. Un consejo: si un monasterio abre a las nueve de la mañana, aseguraos de estar ahí a las nueve de la mañana en punto; si no, preparaos para una aglomeración…
Otro consejo, por si alguna vez venís: haced lo mismo que nosotros y coged un taxi hasta una cima y después volved al hotel caminando, así evitaréis con facilidad el problema de aparcar. Solo aseguraos de llevar la ropa adecuada, de llevar las gafas de sol y el protector solar y mucha agua para beber. Hace mucho calor allí arriba…
Los monasterios son lugares que hay que visitar. Pero no esperéis ver una arquitectura y construcción antiguas: todos han sido restaurados con el paso de los años: puede que veáis muchas tecnologías modernas y concretas: quedan muy pocas antigüedades.
Los monjes y las monjas llevan viviendo en estos monasterios miles de años. Y me lo creo: algunos de los escalones están muy desgastados por las millones de veces que los monjes (y ahora también los turistas) han pasado por ellos…
Por supuesto, la razón por la que se construyeron los monasterios en la cima de los acantilados inaccesibles era para mantener a los monjes aislados del resto del mundo. Lo gracioso es que ahora “el resto del mundo” está a unos pasos de la puerta de esos pobres monjes :).
No es necesario aislar este barril de Internet como hace SCADA con la infraestructura crítica. De hecho, se ve, se siente y se huele algo muy antiguo. Al menos mucho mas antiguo que todo el hormigón…
Este antiguo artefacto se utilizaba para hacer llegar cosas a los monjes desde abajo.
Y seguimos avanzando, haciendo fotos con alegría…
¿Qué es lo que hay en la otra montaña? Sí, una villa y el camino que serpentea hacia abajo (¡estos monjes!). Decidimos ir hacia allí.
De vuelta en el coche, confiamos en Google Maps para que nos llevara hacia el camino serpenteante que he mencionado. La verdad es que no sé cómo lo hubiéramos logrado sin él.
Tan solo mirad esas curvas tan cerradas. Nunca había visto algo parecido. Aparta, Alpe d’Huez.
La señal de la foto de arriba que indicaba una curva cerrada fue la primera de ese tipo que vimos. Le dije a A.Sh. que debía haber al menos 50 señales iguales a juzgar por el mapa. Y, por supuesto, las conté todas y resultaron ser 50 en total. ¡50 curvas cerradas en siete kilómetros y medio!
Eso significa que hay 100 en total si incluimos las otras 50 señales que los conductores se encontraran mientras bajan. Las curvas mas alocadas y cerradas se encontraban a mitad de camino, a unos tres kilómetros y medio, ¡pero solo es un kilómetro en línea recta!
Al principio, el camino era decente, pero luego el asfalto se convirtió en un camino de tierra. No me lo esperaba. Más adelante todavía, el camino se compone de grandes losas de asfalto.
Condujimos un poco mas allá de la villa pero encontramos un camino casi imposible de atravesar. Luego pasamos por la hermosa villa, aparcamos y estiramos las piernas. Luego, volvimos al coche y pasamos de nuevo por las curvas cerradas…
¡Esta es la vista desde aquí arriba! Quería quedarme más tiempo, o quizá para siempre. Es tan tranquilo, encantador, atractivo, tentador… pero no es realista :).
¡Guau! ¡Un puente roto!
Finalmente, llegamos al hotel que curiosamente se llamaba Hotel Kastraki, a tan solo un kilómetro de Meteora. Son unos buenos alojamientos.
Eso es todo por hoy. A la mañana siguiente volvimos a la carretera. No adivinaríais hacia dónde…
Todas las fotos de Meteora están aquí.