Altai-2016: Parque Acuático Katún

Después de los rápidos de Shyoki, el Katún se transforma en un río relativamente calmado y se queda así por los próximos 200 kilómetros, donde la suave (sin embargo rápida) corriente es sola y raramente interrumpida por cortos tramos de rápidos. Está rodeado de montañas, frondosos bosques y campos, y no hay ninguna persona a la vista en kilómetros, excepto nosotros. Ni siquiera hemos visto algún animal salvaje, excepto por patos, y algunos tipos de nettas o cormoranes locales que volaban ocasionalmente a lo largo del río.

Nuestra balsa con turistas a bordo río abajo, el capitán callado, y sin órdenes de remar, así que disfrutamos de la vista y de los paisajes mientras flotábamos. El sol salió, nos calentó y nos miró desde arriba. Y así nos dejamos llevar en la meditación y el nirvana…

Pocas veces hemos tenido que levantarnos para ejecutar órdenes como “remad hacia adelante con la izquierda, y hacia atrás con la derecha”, entrar nuevamente en otro tramo de rápidos adecuadamente, y tomar una fría ducha de agua de río. Las olas son bastante grandes y al frente de la balsa había entrado un poco de agua, así que los pasajeros turistas sentados en la parte trasera tenían que soportar frías duchas de vez en cuando. El capitán-timonel permaneció seco, bueno, es un profesional, no hay dudas sobre ello.

 

Y entonces regresamos al nirvana, meditación y al modo prana.

La balsa salpicaba, los paisajes pasaban lentamente, los meandros del río nos llevaban de izquierda a derecha, y el tiempo fluía a su manera. Todo es un poco imperceptible pero te dejas llevar. Lo digo en serio, realmente te dejas llevar. El escenario cambia lentamente, la corriente del agua es suave y lenta (alrededor de 7-10 km/h), y el tiempo pasa imperceptiblemente. Los turistas se encargaron de cubrir cualquier tema de discusión posible, así que se quedaban callados de vez en cuando; aún cuando hablaban, no era difícil distraerse e ignorar sus conversaciones, que usualmente empezaban con la oración “Bueno, les contaré otra historia…”. El capitán también se quedó callado la mayor parte del tiempo. Es posible que también estuviese admirando su alrededor y meditando junto con nosotros.

Después fuimos nos han alegrado el recorrido con miel y aguamiel.

Yo habría seguido y seguido salpicando y meditando a lo largo del Katún, pero entonces, de la nada…

¡Ta-chán! ¡Una bote de motor! ¡Otra más! Después otra, y otra…

Guau, el río se ha vuetlo bastante poblado. El tránsito de botes de motor fue de hecho bastante modesto y no interfirió con mi meditación. Sin embargo, las cabañas para cazadores, casas y colmenas aparecieron lentamente en las riberas. Algunas casas parecían ser de muy buena calidad. Después, el primer pueblo apareció con el romántico nombre de Maralovodka, o “Red Deer Waters”. Esa fue la primera localidad habitada que habíamos visto en 10 días de viaje semi-autónomo.

Así que, ¿Qué hicieron los turistas? Y vosotros, queridos lectores, ¿qué habríais hecho vosotros?

Claro, ¡Fuimos a la tienda del pueblo!, Ahí está, el edificio verde de la derecha. Compramos todo tipo de cosas, un poco de esto y un poco de aquello. Me llevaré dos de esos, no cuatro.

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También compramos helado. Tan solo intenta pasar una semana o 2 andando, montando y haciendo rafting, ¡y un simple helado de vainilla parecerá un postre increíblemente delicioso! 🙂

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Después tuvimos otros 20 kilómetros de relajación y meditación hasta que llegamos al pueblo relativamente grande de Ust-Koksa.

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En Ust-Koksa descarté el viaje a la tienda por helado (pero sí pedí algo para llevar) y continué meditando con el paisaje, y entreteniendo a los niños locales que corrieron para ver a los “hombres turistas”.

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Por cierto, nos han dicho que éramos la primera tripulación que había hecho rafting en esta ruta durante esta temporada. Nadie había hecho ratfing en el principal trecho del Katún este año antes que nosotros. Una sola palabra: ¡pioneros!.

Otro dato curioso en la foto siguiente, se puede ver una línea horizontal en el lado de la montaña…

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Ese es el nivel del agua de un antiguo lago que existió en la fría época geológica cuando el agua del Río Katún estaba encerrada en los glaciares que se deslizaron hacia abajo de las pendientes de Beluja. Esto significa que algunas de las montañas aquí eran islas en un enorme lago.

Las verdaderas preguntas empezaron después: cuando pasamos Ust-Koksa, El Katún se transformó en un río perfectamente calmado. El equipo entró en un modo de relajación total, autocomplacencia, y completa y total decaída moral en cualquier forma posible.

Todo había ido bien, deambulábamos suave y alegremente río abajo con el canto de los pájaros, el prana y meditaciones en la capa superior, hasta que… ¡ta-chán! ¡Sorpresa! Un Museo de Nicolas Roerich. Un encuentro poco esperado. Es un centro cultural en la parte superior del Katún.

Tuvimos una visita guiada del museo. Era mucho más genial que las duras aguas del Katún. También, debo admitir, fue la primera vez que visitaba un museo usando pantalones cortos. Cosas que suceden.

Este es un pueblo en la parte superior de Uymon. ¿Qué tiene de especial? Bueno, es un largo, largo camino desde Bruselas. Pero aún así, la principal calle del pueblo tiene una superficie de asfalto, ¡y hay helado de chocolate en las tiendas!

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A la mitad del viaje a Altai, tuvimos un… “día libre”; no, de hecho, una “noche libre”: nos detuvimos en el pueblo de Tyungur (donde nuestra ruta empezó) y pasamos la noche en el mismo centro turístico donde pasamos nuestra primera noche en esta isla. Así completamos nuestra caminata, helicóptero y circuito de rafting en las montañas de Altai. Al final del viaje, llegamos a un “ocho” distorsionado, pero hasta esta parte habíamos completado el circuito inferior.

Pasamos la noche en el centro turístico (eso es, en camas dentro de habitaciones), pero la mayoría, por la fuerza de los hábitos, pusieron tiendas de campaña alrededor del centro. Inmediatamente después de eso, nos sentamos a disfrutar de la puesta de sol.

Este es un hermoso sitio salvaje; lo recomiendo.

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Ha sido mi sueño por más o menos 20 años el hacer un tour de rafting a lo largo del Katún, y especialmente pasar los rápidos de Akeem. ¡Y ya lo he hecho! Y de eso trata mi siguiente historia…

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Los rápidos de Akeem es un duro trecho de 10 km del río dentro de un cañón del que es muy difícil escapar. Es prácticamente imposible caminar a lo largo de las riberas, hay grandes rocas y bloques de tamaños distintos, o pendientes precipitadas. Podrías intentar escalar hacia uno de los senderos que se encuentran en la parte de arriba de la ladera: definitivamente hay una a lo largo de la ribera izquierda; supuestamente, hay otra a lo largo de la ribera derecha también.

Sin embargo, escalar 200 o 300 metros hacia arriba a unas desalentadoras pendientes (ve las fotos) is únicamente para entusiastas escaladores extremos. Por lo tanto, una vez que estás en el cañón de Akkem, incluso en su punto de inicio, solo hay una forma de salir: tomar la ruta hacia abajo en agua hasta el amargo final de ella, sin importar nada.

Empieza con un gentil río y pintorescos paisajes. Sin advertir que…

 

El lechoso glaciar blanco del agua del Río Akken se desborda en el polvoso-azul Katún; ¡Sorprendente!

A lado de esta montaña, el río da la vuelta hacia la izquierda, y ahí está la entrada a los rápidos Akkem

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Técnicamente , los rápidos Akkem no son tan difíciles, en términos de habilidades requeridas para pasar la mayor parte de su longitud. Es básicamente una fuerte corriente de río en un estrecho lecho, con suaves rápidos ocasionalmente y corrientes submarinas que llegan a la superficie. Sin embargo, hay un trecho difícil con múltiples hoyos donde es fácil voltearse. Ahí, debes detenerte y pasar un tiempo en la ribera observando el agua blanca. Además de “inspeccionar el obstáculo y escuchar instrucciones”, merece la pena entrar en la belleza del agua blanca y sus espumosas olas.

Nuestro capitán está por dar la orden de empezar.

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Así que, ¿lo habéis visto bien? ¿Han hecho fotos? Entonces, seguimos. Todo esto en un segundo. Splash-splash, bang-bang, un poco de agua salpicándome a la cara, y después volé al otro lado de la balsa (yo pensé: nos hemos volteado), y luego otra vez y otra y otra, y luego el capitán volteó la balsa a un costado y gritó “¡bien hecho, lo hemos conseguido!”

¡Eso estuvo genial! ¡Quiero hacerlo de nuevo!

Después de que terminamos de levantar el campamento para pasar la noche, pensé en algo: los parques acuáticos jamás volverán a ser lo mismo después de los rápidos Akkem. Ha sido todo increíble. ¡De verdad tengo que volver algún día!

La tarde se acerca y es momento de improvisar un camping para aquellos que atravesaron los rápidos de Akkem, o aquellos que han pasado las aguas blancas del río Argut, el afluente del río Katún.

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Este campamento es notable por su “instalación turística”, también denominada el “Museo del turismo acuático”. Nosotros también dejamos un mensaje. Si alguna vez se encuentran por ahí, la camiseta negra es la que hemos dejado nosotros, pero creo que lo adivinarás gracias a lo que tiene impreso…

Y más adelante aún tuvimos que pasar los rápidos más fuertes del Río Katún. Te contaré de ellos en mi próximo episodio…

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