En la ruta hacia los acantilados de Moher, en el norte de Irlanda, nos detuvimos en Sligo, el pueblo principal del condado de Sligo (donde por cierto el poeta W.B. Yeats vivió su adolescencia. Pero a ver ilustres poetas, decidme ¿cuál es el nombre del poeta que ha escrito este artículo?)
Lo que más me ha impresionado al conducir y pasear por todas partes, ha sido la prominencia del agua, como las fuentes naturales de agua, ríos y el mar.
Todos o casi todos los pueblos de Irlanda parecen tener un río o arroyo que los atraviesa. Yo sé que casi en todos los países hay ríos y arroyos que atraviesan ciudades pero me ha parecido que en Irlanda son muy grandes y muy presentes, y la mayoría fluyen rápido y son picados (y muy ruidosos).
Por ejemplo, los ríos en Moscú parecen estar “ocultos” para que no estorben. Las paredes de las orillas del río son siempre muy altas, por lo tanto, se te puede perdonar que no los veas. En Irlanda, sin embargo, son el alma de la ciudad, son obvias y de gran importancia.
Como el río Garavogue que atraviesa Sligo. Mira las fotos y entenderás lo que te quiero decir. Por cierto, Garavogue significa “little rough one” (el rudo). Ya veo por qué…
Simplemente con apreciar lo rápido que fluyen los ríos de la ciudad, me apetece hacer turismo acuático. Ese arco debajo del puente es perfecto para un descenso en canoa, esquivando la piedra que hay después. ¡Ah! como extraño la adrenalina del rafting…
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