París en abril

La ciudad de París en abril se parece a esas historias románticas y fantásticas de Ursula Le Guin. Os recomiendo que las busquéis y las leáis, es un libro realmente mágico. Si no conocéis el trabajo de este genio americano, ¡no os preocupéis! porque podéis empezar con esta lista que os dejo.

París es una de mis ciudades favoritas.

No estoy seguro por qué me gusta tanto recorrer sus calles durante horas (hoy, por ejemplo, estuve caminando durante seis horas). Entiendo que haya gente que no le guste París, que a otras personas les deje indiferente… pero, en mi caso, soy un Pariscéfilo.

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Por alguna razón, me siento cómodo aquí a pesar de los atascos, la multitud, el continuo ajetreo, los vendedores callejeros ofreciendo gafas de sol (aunque esté nublado) y paraguas (al menos llueve) o cualquier otro tipo de souvenir.

Lo que a uno cura, a otro mata…

Si a cualquiera de vosotros no os gusta París, os invito a que leáis el siguiente texto porque, tal vez, cambiéis de opinión 🙂

Comienzo con una anécdota: fui testigo de unos timadores  en plena acción justo en frente del museo Louvre. Había un personaje de edad indefinida (entre 40 y 60 años), sin nacionalidad clara y sexo… bueno… digamos indeterminado (iba vestido como una mujer). Esta persona fingió encontrar un anillo de oro justo a mis pies. Entonces, me preguntó si la joya era mía y, lamentablemente, no tenía dinero en el bolsillo para seguirle la corriente.

El resto del timo es simple. Te venden el anillo por 5, 10, 20, 50 o si tienen suerte hasta 100 euros. Lo peor de todo es que, entre medias, te roban la cartera. Por supuesto, este personaje tiene un compinche que te vigila y cuando tiene el botín, escapa corriendo.

Mi consejo: ¡no saquéis la cartera tan a la ligera! Nunca os olvidéis de lo que os he dicho. Esto fue lo que me ocurrió en Barcelona allá en el año 1996. Menos mal que sujeté mi cartera con las dos manos y no pudieron robármela. No obstante, esto no siempre funciona. En algunos países, los robos no son tan sutiles… te atracan con un cuchillo en mano y lo mejor es darles todo lo que lleves encima (En Río de Janeiro, por ejemplo, es otra historia…).

Mmmmm… creo que me he desviado un poco del tema de mi post. Cambiemos a algo más agradable…

¡Adoro París!

Como he dicho, no sé exactamente por qué, pero esta ciudad y su atmósfera me relaja. Como si escuchara un recopilatorio de música chill-out al más puro ibicenco (de hecho, estoy escuchándola ahora mismo mientras escribo). Otras ciudades son totalmente diferentes. Por ejemplo Tokio: con su energía y frenesí. Existen, también, lugares realmente sobrecogedores como Nueva York o Singapur. O Moscú de donde quieres huir en ciertas épocas del año (ya he sobrepasado mi cupo de nieve). Y luego… están esas ciudades como París, Barcelona o Sidney… donde siempre quieres más. No pienso en trabajar sino en deambular por las calles y sentirme genial.

Estoy totalmente solo aquí, algo raro en mí. El viernes me acerqué hasta la oficina de Kaspersky Lab en París pero el resto del fin de semana me dediqué a mis quehaceres en el centro de la ciudad.

Kaspersky_lab_france_officeMi compañero de viaje T.T. tuvo que quedarse un día extra en Washington D.C. porque su vuelo se había cancelado.

No obstante, esto tuvo su parte positiva…

Todo el mundo piensa que soy un parisino más; caminando por las calles con mi cámara de fotos bien guardada en el bolsillo. De hecho, en dos o tres ocasiones, se acercaron unos chicos franceses para preguntarme un par de direcciones. Por supuesto, mi respuesta siempre fue la misma: “Je ne parlez pas Francais, excusez moi”, mientras seguía caminando de incógnito, disfrutando de París.

Hoy es el turno de tres destinos clave en mi peregrinaje europeo: Notre Dame, el museo Pompidou y la Torre Eiffel. La catedral de Notre Dame y la Torre Eiffel porque en mi anterior vida seguro que me dediqué a la construcción. Y el museo de arte moderno Pompidou porque… simplemente me gusta y siempre hay exposiciones nuevas.

Notre Dame tiene 850 años

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Aquellos que hayáis tenido la suerte de ver la catedral con vuestros propios ojos… incluso aquellos que no lo hayáis hecho… podéis imaginaros cómo era París en el s. XIII: barriadas, casas viejas y en medio de la isla… este monumento tan increíble. ¡Muy bien hecho! ¡Qué fuerza y habilidad tan increíble!

Lamentablemente, no pude entrar. La cola de la entrada se parecía a un control de pasaportes del aeropuerto JFK en Nueva York.

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Al menos, hay instaladas unas gradas en la plaza, delante de la catedral, para disfrutar de las vistas y descansar. ¡Una gran idea! Un “podio” desde donde admirar el paisaje… ¡Me encanta París!

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El Museo de Arte Moderno Pompideu

El nombre de este museo se debe al político frances George Pompidou, cuyas reformas ayudaron a convertir a Francia en una potencia económica mundial. La historia es fascinante…

Una vez visitas algunas de las exposiciones, se te ocurren un montón de ideas para la casa: esto y esto quedarían perfecto en la cocina, en el salón, etc.

De nuevo en la calle, empezó a llover y solo pude acordarme de mi paraguas, quemado en la lava ardiente del volcán de Tolbachik. Me hubiese sido muy útil aquí…

La Torre Eiffel

No creo que sea necesaria una introducción… pero os voy a dar una lección gratuita de cómo emprender un proyecto. Aunque la torre ya está pagada desde hace décadas, los franceses siguen cobrando una entrada a día de hoy:

    1. Fuera los miedos, ya habrá tiempo para eso. No debemos tener miedo a empezar un proyecto. Es mejor arrepentirnos de los errores que no del miedo o de la vagancia.
    2. La arquitectura y la técnica del proyecto son cruciales; sin ellas, nunca despegará.
    3. Inspira a otros con tu idea, encuentra la financiación y llévala a cabo.
    4. Me pregunto cuánto dinero “desaparecería” si alguien quisiera construir, hoy en día, algo similar a la Torre Eiffel en Rusia.

Parece que nunca dejará de llover… son las nueve de la noche y está oscureciendo. Se están formando nuevas nubes y la lluvia típica de abril sigue cayendo sin cesar. Así que, sigo disfrutando de la torre desde abajo mientras pienso: subo, no subo, subo, no subo… Hoy estoy un poco vago y ya conozco las vistas desde ahí arriba… así que… prefiero quedarme en la superficie y mañana me lo pienso de nuevo.

P.D.: Es una pena que no se pueda subir a pie hasta la cima de torre como hace 100 años. ¡Lo haría sin importarme el tiempo!

Accidentalmente, me he perdido y he cogido el camino erróneo. Así que he terminado deambulando en medio de la noche parisina durante una hora y media. Pero no me arrepiento lo más mínimo.

Es la hora de hacer una pausa. Os prometo que, en breves, os enseñaré más fotografías (podéis verlas en mi cuenta de Flickr) y os seguiré hablando sobre mi viaje a París.

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