Noviembre 17, 2014
Paisajes y rutas de Slieve League: un lugar único
¡Lo mejor del día amigos!
Ya estamos en el último capítulo de nuestro viaje a Irlanda en otra de las maravillas mágicas y naturales de la costa oeste de este país: Slieve League.
Estas montañas no están tan empinadas ni más altas que las del pasado, pero el paisaje es mucho mejor.
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Hay caminos muy antiguos los cuales han sido marcados por peregrinos de antaño para sus peregrinaciones. Por supuesto, durante el siglo pasado, estaban más organizados con letreros que facilitaban el camino. Hay dos rutas principales: la rápida y la lenta.
No hemos podido decidir qué ruta coger, así que hemos tenido que hacer las dos. El problema es que no están diseñadas para caminarlas al mismo tiempo. Y de esto nos enteramos más tarde. Fue buena idea haber aprovechado el desayuno irlandés del hotel, ya que necesitábamos esas 1500 calorías.
El lado izquierdo de Slieve League tiene un paisaje muy bonito, ¡muy muy bonito!
Las autoridades han hecho un buen trabajo en convertir estas áreas en sitios turísticos. Han puesto escalones en los tramos empinados, y las partes planas las han hecho menos lodosas y han acomodado las piedras. Debe ser interesante hacer jogging en estas rutas, no te das cuenta de lo que te estás ejercitando por ir muy ocupado asegurándote de no torcerte los tobillos.
Estas rutas son geniales no sólo para hacer jogging, también para pasear. Han hecho los caminos traicioneros un poco más accesibles, así los deportistas y los menos jóvenes pueden disfrutar también.
Bolsas de arena para cuando hay nieve
Mi compañero de viaje A.B me ha comentado que la principal diferencia entre estos paisajes y los anteriores ha sido el nivel de contemplación. Estoy de acuerdo con él.
Los acantilados de Moher son simplemente impactantes y los acantilados de Slieve League son para meditar. Estamos de acuerdo en que algún día tendremos que regresar con un buen whisky de malta irlandés para sentarnos a pasar unas horas de tranquilidad apreciando el paisaje. El whisky nos hubiera sentado bien con la melancolía que nos provocó Moher y sus condiciones climáticas.
Después de un par de hora de caminatas decidimos que no tenía mucho sentido llegar a la cima ya que estaba llena de neblina. Estaba muy lejos, muy alto, y no tenía sentido, no hubiésemos podido ver nada por la neblina.
Sin embargo, una vez terminada la primera ruta, muy contentos de haber visto arcoíris triples, decidimos hacer la segunda ruta. A lo mejor veíamos una puesta de sol irlandesa para terminar bien el viaje.
El plan de la segunda ruta resultó ser muy diferente a lo que esperábamos. Después de trotar por 20 minutos por una ligera pendiente, el camino pasó de ser algo factible a algo muy difícil de terminar, es solo para atletas resistentes. Luego hicimos 40 minutos escalando por tramos pantanosos donde las piedras ya no se veían, ¡y todo esto con neblina, lluvia y viento!
Resulta que la segunda ruta te lleva hasta la punta de la montaña, lo cual no teníamos planeado, pero hay que terminar lo que se empieza, así que decidimos continuar. La próxima vez tendremos que vestirnos más ad hoc: los vaqueros y zapatillas no son para esto, solo te mojas, te enfrías y te vuelves miserable. Necesitas una vestimenta impermeable de pies a cabeza.
A.B lo ha resumido bien: “Las ovejas son criaturas resistentes. Mira lo fácil que es para ellas andar por aquí durante todo el año. Deben estar riéndose al ver lo que nos ha costado subir”.
Al final ha merecido la pena llegar a la cima. ¡Madre mía: vaya vista y justo con la puesta de sol!
En lo más alto de la montaña, mojados y temblorosos pero aún motivados por el panorama espectacular, volvimos al tema del whisky, y lo bien que nos sentaría un trago… o tres. Debe ser este ambiente irlandés…
En general nuestra excursión ha sido…trascendental. Lo recomiendo para cualquier persona que tenga un día extra en Irlanda y que tenga buena forma física.
Al bajar de la montaña hemos ido en coche a Dublín pasando por caminos rurales, que son probablemente una cuarta parte de aquello a lo que estamos acostumbrados. Tienen setos altos por los dos lados de la carretera, por lo tanto, la visibilidad se reduce a 5 metros al haber partes muy inclinadas hacia la izquierda o derecha. Lidiar con los coches que se aproximan por estas carreteras es algo a lo que hay que acostumbrarse y para lo que hay que tener habilidades de acróbata. Y al ver que vienen autobuses o furgonetas, añade la habilidad de meditador ¡¡para mantener la calma y NO ASUSTARSE!!
Hemos estado a punto de llegar al norte de Irlanda (territorio británico). No hay guardias fronterizas ni nada, solo un letrero que dice “Bienvenido al Reino Unido”, o algo así. Y de vuelta “Bienvenido a Irlanda”. Qué pena que estuviera tan oscuro como para hacer una foto. La frontera de esta aldea es el río. Cruzas el río y ¡ya estás en otro país!
La frontera es un resultado de la Guerra de Independencia de Irlanda. Vaya historia, triste, pero interesante y educativa.
¿Qué más? Las carreteras del lado irlandés están muy bien, con señales brillosas y asfalto fresco. Del lado británico, un poco más…modesto. Sin comentarios.
Así concluye mi mini-serie. Próximamente: lo contrario a una isla, un país rodeado de otros países europeos – ¡Austria!…
Puedes encontrar el resto de fotos aquí.