Superjet, pesca y snooker

¡El otro día volé por primera vez en un Sukhoi Superjet 100! Aquí os dejo mi breve relato…

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Bueno, estuvo… bien. Era un avión normal y corriente. Pequeño, ligero. Despega con rapidez y coge altitud muy rápido, de manera precipitada.

Tras embarcar en el avión, cuando este aún no estaba en marcha, los ingenieros decidieron abrir uno de los motores. Para mí no se trató de algo nuevo, pasa constantemente. Pero alguno de mis compañeros de viaje poco experimentados estaban más que preocupados.

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¿Qué más? Es un avión ruidoso. Los motores rugen con fuerza, no como en los Boeing o en los aerobuses. No, no es solo un rugido, ¡es como si una taladradora estuviera cortándole los colmillos a un elefante gigante! Luego está el sonido de las bombas de aire, los ventiladores, y otros mecanismos aéreos. ¡Me recordó al antiguo Tu-154! No, tampoco eran tan malo. El superjet es mucho más silencioso y cómodo.

Lo que eché en falta fue un enchufe (en clase business). Lo busqué y no había. Aun así, puede que no sea muy necesario para los pasajeros de un vuelo de corta duración.

De todos modos, ¿hacia adónde volábamos en este superjet? Dejaré que las fotos os den una pista:

Volamos a Letonia para el Kaspersky Riga Masters, el torneo anual de la modalidad de billar snooker. Era su tercera edición y la tercera vez que lo patrocinábamos.

Snooker, en mi opinión, el más entretenido de los billares (cuando está en la tele). Pero cuando vas a verlo en persona, ¡es mucho mejor!

Aquí tenéis algunos enlaces a Youtube con algunos de los juegos de Riga y aquí tenéis la web oficial del torneo con los resultados, incluidos los del inesperado ganador australiano, Neil Robertson.

Y durante las pausas puedes… ¡ir a pescar!

Ahora, como “no soy especialista, ni estudiante de historia antigua, ni de arqueología ni de excavaciones”, tampoco soy pescador. Aun así, llevadme a un río o a un lago o al mar y dadme una caña de pescar y cebo, que siempre estoy dispuesto para pescar, ¡incluso al curricán! Sobretodo si el tiempo es perfecto, el cielo está claro y no se ve ninguna nube (así estaba en Letonia, así que allá fuimos).

Nunca había visto un mar tan calmado. ¡La perfección perfecta!

La temperatura también era casi perfecta: varios termómetros confirmaron que estábamos a 21 grados. ¡En el mar Báltico! ¡En junio! Y yo creyéndome la leyenda de que en el Báltico siempre llueve :).

Pero el clima perfecto… nos vino bien, pero ¿los peces? Ninguno. No había. Estaban muy ocupados en el fondo marino en sus tumbonas con las gafas de sol bajo la sombrilla bebiendo cócteles. No les interesaban los pececillos ni los otros cebos que metíamos en el mar para ellos. Menudo fallo…

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Bueno, ¿no ha habido suerte pescando? Entonces solo se puede hacer una cosa: ¡bañarse!

Vale. Eso es todo sobre la pesca, o la falta de ella. ¡Pero mañana os hablaré más del snooker, amigos!

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