Tres semanas en la carretera y contando… ¡No! ¡No puede ser cierto! He perdido la cuenta. Vuelos, hoteles, ciudades, taxis, camareras amables y, por supuesto, tropecientas –aproximadamente- entrevistas, mesas redondas, presentaciones, charlas, reuniones con socios y negociaciones. De hecho, está confuso lo que he hecho y dónde he estado en estos últimos 21 días. Si pongo mi vieja memoria a funcionar, empiezan a aparecer datos espacio-temporales, pero de forma borrosa. Lo mejor para desempolvar la memoria es echar un vistazo a mi archivo de fotos –las fotos personales y especiales de mi portátil (¡Lo siento! Pero las guardo para mí mismo) y las públicas en Flickr e Instagram.
Ayer estuvimos en el lugar donde el Tea Party desencadenó, ni más ni menos, que la Revolución Americana: Boston. Me saltaré la parte de los negocios e iré directo a lo más interesante: ver algunos de los puntos turísticos locales; de hecho, uno en particular.
Los barrios periféricos de Boston, en el Commonwealth de Massachusetts, es el hogar de la universidad más antigua, respetada y prestigiosa (aunque puede ser la más en otros aspectos) de EE.UU. y, tal vez, del mundo. Es curioso el nombre del estado, si tenemos en cuenta que en este lugar se luchó contra la gran y malvada Commonwealth (o tal vez no, estamos en Nueva Inglaterra). Por supuesto, estoy hablando de Harvard, en la ciudad de Cambridge (no confundir con la localidad en Reino Unido –cuya universidad también es la más). Este lugar impresiona desde el primer momento. Tiene un aura que la rodea: la inconfundible aura del mundo académico, la cual respeto y me evoca recuerdos de mi país. Una atmósfera mágica y libresca con el telón de fondo de la arquitectura clásica del siglo XVIII y XIX.
Casualmente, fue aquí donde se rodó la película ganadora del Oscar “Una mente maravillosa”. Sobran las palabras… las imágenes dicen mucho más que lo que yo pueda describir.
Descubre más sobre Harvard…