El ciberpasado, sexta parte: aprender a hablar con los medios.

La semana pasada me di cuenta de que había estado aislado en cuarentena durante un cuarto de año completo. Tres meses sentado en casa, con solo un par de visitas breves a una oficina desierta, además de las estancias todos los fines de semana en la casa de campo con la familia, también aislada. Como para todos, se trata de una experiencia realmente extraordinaria, que a mí me ha privado de los aviones/aeropuertos, hoteles, reuniones o discursos. En resumen, he viajado muy poco.

Sin embargo, todo es relativo: en tres meses, ¡todos hemos recorrido más de 230 millones de kilómetros (un cuarto de una órbita completa de la Tierra alrededor del sol)! Y eso sin tener en cuenta el hecho de que el propio Sistema Solar viaja a una velocidad de vértigo. Una cosa que no ha cambiado mucho desde que comenzó el encierro han sido las reuniones de negocios: simplemente ahora se han pasado al formato online. Ah, sí, y todas nuestras funciones en general se siguen llevando a cabo como de costumbre, sin verse afectadas por virus biológicos).

Pero dejemos a un lado el encierro, probablemente ya estés cansado de escuchar hablar de este tema. Por tanto, dicho esto, continúo con mis historias del ciberpasado; esta vez, me centraré en las entrevistas con periódicos, revistas, radio, televisión, además de otras representaciones públicas variadas. Recordé mis “relaciones con los medios” mientras relataba mi semana de entrevistas del infierno en el CeBIT en mis recuerdos sobre esta exposición (El ciberpasado, cuarta parte). Y resulta que tengo muchas más experiencias interesantes sobre entrevistas y charlas en público: muchas cosas divertidas e inusuales, además, por supuesto, algunas fotos (brillantes e iluminadoras) también.

Y también habrá historias mediáticas de todo tipo: desde discursos en salas prácticamente vacías hasta estadios repletos. ¡Desde pequeñas publicaciones en medios locales desconocidos hasta conglomerados de medios globales de primer nivel! Desde conferencias profesionales en universidades líderes y/o con audiencias con altos conocimientos en tecnología, hasta conferencias informales sobre las maravillas de la aritmética en un barco que navega hacia… ¡la Antártida a través de Pasaje de Drake!

Efectivamente. Creo que lo más lógico es comenzar por el principio…

De alguna forma, intuitivamente me di cuenta de la importancia y la necesidad de la actividad de los medios desde el principio, a principios de los 90. Así que hice lo que pude: escribí artículos que se publicaron en revistas de informática, mientras que también tuve mis primeras experiencias con los discursos en conferencias. Pero todo fueron unos simples primeros pasos; anhelaba más, y entendí que ese “más” era categóricamente necesario.

En aquellos tiempos, la temática de antivirus todavía no se denominaba con un término tan serio como “ciberseguridad”; se trataba de un simple juego de niños, apenas profesional, y algo muy alejado del trabajo de los adultos. Pero por alguna razón sentí que esa idea no era la correcta y que la lucha contra la cibermaldad apenas había comenzado. No se trataba solo de “plagas informáticas” aisladas y su creación no se debía solo a la necesidad de autovalidación de un par de adolescentes autodidactas. A veces detrás de los ataques había todo un ejército de profesionales armados de conocimientos cuyo móvil no era el dinero (entonces no había dinero en/a través de Internet) sino que simplemente buscaban satisfacer alguna extraña necesidad de probar su propia “genialidad”. En consecuencia, no se podía hablar de ciberdelincuencia, simplemente cibervandalismo.

La necesidad especialmente aguda de contar todo lo que tenía que decir sobre los virus informáticos y los programas antivirus y las tecnologías que luchaban contra ellos surgió después del CeBIT de 1992, mi primera exposición informática a nivel global en el extranjero. Casi me obsesioné con la idea “¡la gente necesita saber esto!”, pero en aquel entonces ningún medio estaba interesado, el tema de los AV era tan nuevo que al público no le interesaba. ¿Entonces qué hice? ¡Me entrevisté a mí mismo! Escribí una lista de preguntas, las respondí y las envíe a la revista Computer Press de Rusia, que publicaron el contenido en su edición de mayo de 1992.

En esa auto entrevista, dije que lo más prometedor para la industria informática rusa en ese momento no era construir y vender productos finales (era imposible entonces), sino el desarrollo de la tecnología que compone dichos productos en Occidente y/u Oriente. Y resultó que, cinco años después, precisamente nos encontramos haciendo eso mismo: licenciando nuestro motor antivirus (para los finlandeses), ¡lo que se convirtió en el principal negocio de nuestra empresa! Sobrevivimos a esa licencia con la que conseguimos los ingresos necesarios para invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías, afinamos nuestra gama de productos y conquistamos el mercado global. Cuidado con lo que deseas en las auto entrevistas.

Después de mi debut con el artículo de Computer Press, mi actividad en los medios siguió aumentando. El año siguiente, participé en algunos artículos más. En uno de ellos relativamente corto, nos entrevistaron a dos colegas y a mí, pero, al igual que con Computer Press, fue una auto entrevista. Se trataba de la revista británica Virus Bulletin y el artículo se titulaba: ¡Que vienen los rusos!. Jaja, muy gracioso. La cosa es que el título era cierto. ¡Íbamos de camino! ¡Y avanzábamos tan rápido que en el 2007 nuestra facturación superó a la ya establecida firma de AV británica Sophos, la compañía que fundó y poseía el propio Virus Bulletin! ¡Cuidado con lo que bromeas!

Y seguimos creciendo…

En 1994, ganamos el primer concurso internacional de pruebas antivirus a gran escala en la Universidad de Hamburgo. La victoria en sí misma fue genial, pero las menciones que recibimos en varias publicaciones especializadas después fueron aún mejor. También por esa época, además de nuestra participación regular en el CeBIT, comenzamos a dar nuestros primeros tímidos pasos en las plataformas de relaciones públicas de otros países. Por ejemplo, en el Reino Unido, donde me viene a la memoria dos historias en particular…

No recuerdo exactamente cuándo tuvo lugar el primer acontecimiento. Debería ser 1999, dimos el paso y organizamos una conferencia para la prensa británica. Enviamos las invitaciones, reservamos una sala de conferencias en un hotel de Londres y volamos. Esperábamos mucho… pero las cosas no salieron como queríamos. Prácticamente todos los periodistas que vinieron a vernos recitaron más o menos lo mismo: “En el Reino Unido tenemos a Symantec, McAfee, Trend Micro e incluso a nuestro propio Sophos. ¿Para que os necesitamos, chicos?”.

¡Uf! Lo único que podía hacer era hablarles sin tapujos: sobre nuestras tecnologías únicas y mejores; sobre cómo somos mucho mejores que el resto en la caza de los virus informáticos polimórficos y mutantes más temibles; acerca de la calidad de la búsqueda de archivos infectados en carpetas e instaladores (nadie se nos acercaba); y, por último, sobre nuestra tecnología totalmente única para poner fin a los dolores de cabeza más comunes en ese momento entre los amantes de la seguridad informática: los virus de macros. “Ah, ya veo. Interesante. Bueno, (¿dónde está mi bolígrafo?), ¿qué decías?… Polimutando el macro-mórfico, ¿¡qué!?”.

La segunda historia curiosa de Inglaterra tuvo lugar un poco más tarde, en el año 2000, cuando tuvimos el valor de dar un discurso de presentación en la conferencia de ciberseguridad londinense, Infosecurity Europe. Publicamos un anuncio, reservamos la habitación y, cuando llegó el momento, esperamos tranquilamente a las “multitudes”. Y ahí estaban: en mi discurso, aparecieron dos personas, que resultaron ser de Virus Bulletin, y que ya conocíamos desde hacía varios años. Sin desanimarme, le conté a la pareja todo sobre las últimas noticias cibernéticas, y pronuncié mi pronóstico sobre el ciberfuturo próximo, como si la sala hubiera estado repleta de una audiencia de 100 personas.

Los rusos tienen un dicho: “La primera tortita siempre sale fea”. Bueno, pues ese sería el dicho más apropiado para esa primera presentación mía en Londres. Pero nadie te dice que esa primera tortita es necesaria. Y es que con esta situación gané experiencia; un primer paso necesario en la dirección correcta: hacia un trabajo serio con las relaciones públicas y los medios. // En realidad, hay quien cree que la sala estaba prácticamente vacía porque la habíamos reservado para la hora de la comida: ¡todos estaban pensando en llenar sus barrigas y no en la ciberseguridad! Pero aprendimos de los errores: al año siguiente elegimos un momento más adecuado, y la sala estaba abarrotada, ¡tan abarrotada que algunas personas tuvieron que quedarse junto a las paredes y los pasillos!

Desde entonces, he seguido dando discursos, a veces en salas pequeñas, otras en salas grandes, como la que tuvo lugar en el Bosch Connected World en febrero del 2018:

Y no hace falta decir que estos discursos también se fueron extendiendo geográficamente, al igual que hemos hecho como empresa. La cibermugre está en todas partes y nosotros vamos donde esté, por lo que también estamos en todas partes. Como, por ejemplo, en los Estados Unidos…

Tengo una historia muy divertida que tuvo lugar en la conferencia RSA en San Francisco en algún momento de la década del 2000. No me gusta mucho llegar a las salas de eventos antes de lo previsto, prefiero pasear cerca y aparecer con solo unos minutos de antelación (siempre que sea posible). Pero esta vez en la RSA se me hizo tan tarde que… ¡el guardia de seguridad no me dejó entrar! “¡Esta lleno!”, me dijo. Pensaría que venía a ver al orador. “¡Pero si yo soy el del discurso!”, le dije. Después de una rápida comprobación, me dejó pasar.

De la Virus Bulletin Conference del 2001 también guardo otra historia memorable. Me invitaron a dar el discurso de inauguración para establecer el tono de la conferencia. Y, como es una invitación que no se recibe con tanta frecuencia, decidí hacer algo más que simplemente pronunciar mi discurso. Algo loco…

Así que, junto con otros dos colegas, organizamos todo un espectáculo: presentamos una versión divertida y alternativa de los virus informáticos utilizando la temática de la película de culto Regreso al futuro, con Marty McFly, Doc, el DeLorean que viaja en el tiempo y mucho más… ¡Y vaya éxito! Las risas eran continuas (puedes verlo en la foto). Curiosamente, después de nuestro discurso de apertura historia-alternativa-de-la-seguridad-informática, la conferencia Virus Bulletin no presentó discurso de apertura durante varios años.

Por cierto, en este enlace encontraréis más información sobre nuestro espectáculo de Regreso al futuro.

Para hablar de la mayor audiencia frente a la que he dado un discurso, tenemos que viajar a China, además, fue todo un espectáculo. El director de nuestra oficina en China había organizado un concierto de música, invitando a algunos de los mejores cantantes e intérpretes del país. El concierto tuvo lugar en un Estadio Nacional de Beijing prácticamente lleno, sí, ese estadio olímpico con un diseño loco y totalmente único: el Nido de Pájaro (por cierto, esto fue un año después de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008). En el elenco destacaban las mejores estrellas del pop, Jackie Chan y, ejem, nosotros. En resumen: ¡madre mía!; ¡y todo bajo la bandera de nuestra marca china Kabasiji!

En mitad del espectáculo tuve que subir a ese podio para decir unas palabras, como gracias a todos por venir o algo así, a las más de 70 mil personas que había en las gradas. Así que me puse la chaqueta nacional tradicional china y, mientras sudaba a raudales, dije todos mis agradecimientos. Pero, un momento: si ese era la mayor audiencia a la que me había enfrentado, por supuesto, algo tenía que salir mal…

Al principio, me pidieron que expresara mi discurso de agradecimiento en ruso y la presentadora lo traduciría al chino (de hecho, ella ya tenía la traducción de mi discurso en su mano). Y así fue como sucedió todo durante el ensayo. Pero alguien dijo que habría invitados de otros países, por lo que sería mejor que hablara en inglés. Traté de insistir con el ruso (el embajador ruso estaría allí, y le habría gustado), pero se mantuvieron firmes. Entonces, llegaron nuestros 15 30 segundos de fama. Allí estábamos ella y yo en las pantallas grandes. Dije “gracias” y otras pocas palabras para expresar mi gratitud y esperé su traducción. Pero todo lo que ella hizo fue preguntarme: “¿Y el ruso?”. ¡No le habían comentado nada del cambio de formato! ¡Ay! Las palabras del papel no coincidían con mi improvisación: en inglés (o algo parecido). Y allí estábamos mirándonos el uno al otro, con los ojos bien abiertos, desconcertados y pensando “¡uy!”(por decirlo suavemente y para todos los públicos). ¡Y continuamos así durante lo que pareció una eternidad! Afortunadamente, a nadie pareció importarle, ya que hubo muchos aplausos.

Pero al final lo resolvimos. Finalmente dije: “Ah, ¿en ruso?”, y continué dando el mismo discurso en ruso. Los ojos de la presentadora se iluminaron del alivio y procedió a “traducir” rápidamente al chino. Bueno, hecho. Más sonrisas del uno al otro, reverencias y salimos: yo, de vuelta al stand VIP … ¡salí directo a escurrir el sudor de mi chaqueta!

Supongo que cualquier otra historia después de esto puede sonar a poco, pero todavía tengo algunas más que contarte…

Como cuando estuve en nuestra Security Analyst Summit (SAS) en Chipre en el 2010: mi entrevista televisiva ¡fue en el mar! Para ser honesto, no fue mi idea, sino la de aquellos dos periodistas alemanes.

Y aquí os dejo otra entrevista televisiva, esta vez en la playa, en Cancún (donde tuvimos tres conferencias seguidas). Aunque para nada me quejo: es mejor que en una oficina o un centro cerrado de conferencias).

Luego están las situaciones poco convencionales con las que me encuentro a veces, sobre todo si hay una cámara grabando. Como el año pasado, el verano del 2019, cuando durante un recorrido en barco por las Islas Kuriles acabé entrevistándome con un grupo estadounidense de blogueros creadores de documentales que estaban haciendo una película sobre el Extremo Oriente ruso en la isla Seal bajo el estruendo abrumador de las aves.

También está el momento en el que di una conferencia sobre el buque de investigación Akademik Sergey Vavilov que se dirigía a la Antártida con un grupo internacional de artistas modernos. Teníamos mucho tiempo libre, así que cantábamos canciones por la tarde, mientras que durante el día compartíamos historias interesantes. Cuando llegó mi turno, les conté por primera vez una variedad de historias de lo más ciberinesperadas, mientras que en otra ocasión bromeé con la aritmética: cómo obtener 2017 con 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10. Lo primero les sorprendió bastante, pero la parte de la aritmética más aún.

Sé que ha habido otras tantas situaciones extrañas en lo que respecta a mi actividad con los medios, el problema es que tendría que profundizar aún más en mis archivos fotográficos y, por raro que parezca, resulta que no tengo todo el tiempo del mundo mientras estoy encerrado. De hecho, he estado muy ocupado. En estos tres meses de encierro, he dado 10 entrevistas online a periodistas de todo el mundo, he participado en dos conferencias de prensa y hablado en cinco eventos, incluida una conferencia informática en Argentina a la que asistieron 30.000 sudamericanos. Todos desde casa, evidentemente.

LEER COMENTARIOS 0
Deja una nota